Tras meses y meses sin organizar una cenita de peso en casa, este fin de semana Aitor y yo montamos una con nuestros amigos de siempre. Sin excusa, simplemente por que sí.
Estuve prácticamente toda la semana dándole vueltas al menú. ¿Algo oriental? Mejor que no, Carles no es muy fan de esta comida… ¿Y un salteado de fideos con verduras? Mmm… ya, pero entonces me falla el primero… ¿Y si hago un curry? No sé, no lo he hecho nunca y claro, les quiero demasiado para perderles como amigos 😉
Finalmente opté por un clásico que nunca me falla en las ocasiones especiales: mi amigo el atún. En esta ocasión pensé en acompañarlo con una mermelada de cebolla que hice en Reyes el año pasado y que estuvo de muerte.
El atún, sencillamente marcado por cada uno de sus 4 costados, sin más.
Para la mermelada, pelé 7-8 cebollas grandes. Una vez cortadas a tiritas las añadí en una gran sartén con un poco de pimienta en grano, unas hojas de laurel, romero, sal y unas 4 cucharadas de azúcar moreno, todo tapado y a fuego medio. Estuvo cociéndose aproximadamente una hora (aunque a los 30 minutos ya tenía super buena pinta).
El toque lo dió la presentación, para la cual tuve dos grandes aliados: un bote de reducción de módena y un aro de aluminio.
El resultado: 6 platos que quedaron sin nada, relucientes tras rebañarlos con pan! Gracias, ¡eso sí que es un piropo para la cocinera! 🙂
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